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Claros del bosque
(serie de esbozos
presentados en dípticos)

“Allá lejos se enuncia el centro al que espejan en instantes los claros del bosque", escribe María Zambrano en "Claros del bosque”. Habla de un centro, apenas visible, en la lejanía del bosque, cuyos claros ofrecen un poco de visibilidad, lugar, conocimiento, método de pensamiento. Método surgido de un instante glorioso de lucidez. Parece el corazón quedar fecundado en verdad por un instante. 

 

El leer las páginas de este libro ha sido para mi un verdadero recorrer un camino hacia un bosque muy familiar, no tanto el bosque sino los árboles que lo forman, y no solamente ellos sino los claros de luz que a través de ellos se filtran.

Me sentí como una niña recorriendo bosques de claro en claro tras algo o alguien que pide ser seguido, y luego se esconde detrás de la claridad. Y me pierdo. Y en esa búsqueda, en este perderme, descubro algún secreto lugar. Lugar que recoja al amor.

 

 "De condición alada y dada a partir, se conduce como una paloma. Vuelve siempre hasta que un día se va llevándose al ser donde estuvo alojada." Me dice la voz de María. Entiendo, digo. Y veo como "este irse de la paloma será la vuelta definitiva al lugar de su origen hacia el que se andaba escapando tan tenazmente."

 

Luego, mis ojos mirando arriba, en un abierto y grande claro, entre los árboles, me parece ver el cielo. La luna, como hija perdonada, es órbita, órbita de la tierra. Todo se me hace realidad, a la vez que imagen. "Es una realidad ésta que se nos concede y nos acomete" dice la autora. "Y su órbita más que su imagen es lo que de veras pide el hombre." Acojo sus palabras. Quiero yo también ser órbita del Centro. Se hace el silencio.

 

Y de repente, este silencio me hace pensar en el tiempo, ¿cuánto tiempo llevo en este bosque? Y canto. Y no sé por qué canto. ¿Será que la música me lleva al inimaginable corazón del tiempo? Y ella, María, me responde: Si. "Parece sea el sentir del tiempo mismo el que se derrama musicalmente sobre el sentir de quien lo escucha padeciéndolo." Ah! ¡Casi es un modo de oración! mi voz exclama. 

 

Rayos de claridad, la realidad visible se me presenta al mirarla como una llama. Y así, desde la visión, se enciende la llama, la belleza. Y en palabras de la autora “La belleza que es vida y visión.”

En el umbral mismo que crea la belleza, me rindo, mi pretensión se abaja, entrego todos mis sentidos que se hacen uno con el alma. María dice que a esto se le llama contemplación, y es que verdaderamente ¿qué más puedo hacer sinó contemplar y rendirme, abandonar y entregar?

Los dibujos

Los dibujos se han realizado con carboncillo sobre papel y son fruto de una caminar por el bosque, vivencia de un día en el que me encontraba en medio de infinitos claros de luz filtrándose entre los árboles. Éstos creaban caminos que me invitaban a recorrer...

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