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El caminant i el mur
(obra inspirada en los poemas
de Salvador Espriu)

He de pagar el meu vell preu, la mort,

i avui els ulls se’m cansen de la llum.

Baixats amb mancament tots els graons,

m’endinsen pel domini de la nit.

 

Silenciós, m’alço rei de la nit

i em sé servent dels homes de dolor.

Ai, com guiar aquest immens dolor

al clos de les paraules de la nit?

 

Passen el vent, el triomf, el repòs,

per rengles d’altes flames i d’arquers.

Presoner dels meus morts i del meu nom,

esdevinc mur, jo caminat per mi.

 

I em perdo i sóc, sense missatge, sol,

enllà del cant, enmig dels oblidats

caiguts amb por, només un somni fosc

que va sortir dels palaus de la llum. 

 

Sentit a la manera de Salvador Espriu,

poema de Salvador Espriu, 1951-1953.

​Cuando empecé este cuadro, El caminant i el mur, no había leído todavía este poema de Salvador Espriu, ni los otros incluidos en el libro con este mismo título del mismo autor. (El caminant i el mur, volumen que recoge cuarenta y cuatro poemas y que está dividido en tres partes).

De hecho, la inspiración del “lugar” de esta pintura se encuentra cerca de Sant Llorenç Savall, en el Vallès Occidental. Un espacio que, al verlo, me sugirió tanta realidad como sueño. Así, como tantas veces me pasa en mi proceso de creación, parto de una realidad que me rodea y que me inspira, y poco a poco la voy modificando hasta convertirse en algo más diferente, venida de dentro, de lo profundo. Es el momento en que lo interior conecta con lo exterior.

El poema llegó cuando ya había empezado a trabajar en el cuadro. A menudo, la poesía me llega sin buscarla, aparece, se me da, y me habla de aquello que estoy haciendo. 

El caminant i el mur de Espriu era aquello que estaba creando, aquello que sin darme cuenta estaba buscando en aquella pintura. Las palabras de muchos de los poemas del libro me hablaban directamente al corazón y a la pintura.
Por eso, el cuadro recibe el título del libro, en homenaje a Salvador Espriu.

Igual que sus poemas, la obra quiere hablar del caminante que emprende un viaje en sentido espiritual y que tendrá que topar con un muro que es barrera y término del camino donde acaba el curso de la existencia humana, límite de la vida detrás del cual se esconde el misterio de la muerte.

En palabras del poeta y traductor Antoni Clapés haciendo referencia al libro de Espriu: El caminant i el mur es un (dis)curso sobre la vida, el itinerario del caminante “los campos andados por el sol / en el oro añorado de los días”). La vida frente a la muerte. La muerte, el muro que rodea y que para, definitivamente, este andar. La muerte, a la cual el poeta irá volviendo, de una manera continuada, insistente, a lo largo del libro –y de toda su obra. Tanta meditación sobre la muerte quizás porque la vida es tan solo un préstamo a devolver a cada instante: toda una cuenta atrás.

“Hay algo más entre la palabra y el silencio: un rumor, un leve sonido, un balbuceo: un lenguaje perdido que lleva al Logos constructor”, como escribió Maria Zambrano. Y esto no es otra cosa que la poesía.

 

S'enduien veus d'infants

el sol que jo mirava.

Tota la llum d'estiu

se'm feia enyor de somni.

 

El rellotge, al blanc mur,

diu com se'n va la tarda.

S'encalma un vent suau

pels camins del capvespre.

 

Potser demà vindran

encara lentes hores

de claror per als ulls

d'aquest esguard tan àvid.

 

Però ara és la nit.

I he quedat solitari

a la casa dels morts

que només jo recordo.

 

Cançó de capvespre,

poema de Salvador Espriu.

Imágenes de detalle del cuadro

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