Leyendas de atmósferas y ruinas
Sehnsucht es una palabra de origen alemán y típica palabra de la cultura romántica que tiene que ver con el anhelo de algo intangible, etéreo. Recuerda al concepto de nostalgia, a pesar de que esta hace referencia a cosas, ideas o recuerdos del pasado, mientras que el término Sehnsucht indica la búsqueda de algo indefinido, de un futuro próximo, que hace recordar algo ya conocido... La añoranza podría ser otro posible sinónimo de esta típica palabra germánica. Añoranza de algún lugar o espacio no terrenal que permanece muy dentro de nuestro corazón, de nuestra alma y que podemos identificar de manera borrosa, desdibujada pero que se nos hace sabido, conocido, amigo. Con gran intensidad se experimenta esta añoranza y, a veces, totalmente inconsciente de tal emoción y de este algo que tanto se añora...
El caminante sobre el mar de nubes es uno de los cuadros del pintor romántico C. P. Friederich que mejor refleja esta Sehnsucht que tanto aparece en todas sus obras. Este, parece ser pintado en el preciso y mágico momento en que el hombre se enfrenta con el infinito: un viajero se encuentra de espaldas al espectador en medio del cuadro sobre el que parece ser la cumbre de una montaña rodeada de nubes. Este mar de nubes invita al viajero a la navegación hacia la belleza de lo inmensurable. La gran tensión romántica entre la belleza y la destrucción ofrece al amante del infinito sus frutos contradictorios.
El proyecto Leyendas de atmósferas y ruinas que quiero mostrar está directamente relacionado con la idea romántica de las ruinas, y esque la incuestionable afición de los artistas románticos al plasmar sobre sus lienzos los restos materiales del pasado guarda una gran relación con aquella conciencia que les hacía comprender la contradictoria obra de la naturaleza. Así pues, el concepto peculiar y fecundo de la “ruina romántica” tiene que ver con que de ella surge el doble sentimiento de que por un lado hay una fascinación nostálgica por las construcciones debido a la genialidad de la esencia humana pero por otro lado existe el sentimiento, la certeza, acompañada de una mayor o menor fascinación, ante la potencialidad destructora de la naturaleza y del tiempo. Símbolos de la fugacidad, las ruinas llegan a nosotros como testigos del vigor creativo del hombre, pero también como huellas de su sumisión a la cadena de la mortalidad, a nuestro destino humano y terrenal de la muerte.
Con este trabajo quiero mostrar la representación artística sobre una determinada comprensión de la naturaleza. Una naturaleza que tiene para mí, también, un significado espiritual puesto que, oculto en ella, aparece el rostro infinito de Dios.
Es también, como he dicho, una naturaleza romántica, puesto que tal y como se interpreta y se expresa en este determinado movimiento artístico, es un espacio comprensivo, inclusivo, profundo, esencial, con valor cósmico y civilizador. Por eso, el paisaje descubre un escenario en el que se enfrentan naturaleza (creación de Dios) y ruinas (creación del hombre), y en el que éste advierte y percibe la dramática nostalgia que le invade al evidenciar su alejamiento respecto a ella. Pero también el deseo y la atracción del hombre de acercarse a ella al entrever la mano divina, oculta, detrás de ésta.
Es un deseo de búsqueda sobre la identidad del hombre y de un infinito que se muestra ante él como un precipicio deseado e inaccesible, provocándole así una inevitable atracción y una cierta nostalgia.
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